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Tratos
y persecuciones
F
|
ueron
directo a las duchas, no había distinción de género, pues cada una daba
suficiente privacidad. Aunque Jean sintió deseos de quejarse, por el mínimo
tamaño del vestidor, que antecedía a cada ducha individual. Muchos Drovlight se
bañaron en el transcurso de la mañana, pero todavía había un buen número
entrando y saliendo.
-¿Puedes
oírme?-Nicola masculló en la ducha contigua.
Jean, bajo
el chorro de agua frio, alzó la cabeza por instinto al oír el familiar sonido
de la voz de su primo.
-¿Lo
suficiente, que sucede?-preguntó ella, segura de que su conversación seria
privada, mientras permaneciera debajo del ruido de las duchas abiertas.
-Anoche,
antes de encontrarte, fui a la habitación de Mairel, pensando que podrías haber
ido hacia allá-soltó el pelirrojo con ligereza-no estabas ahí, pero pude ver a
Trixi.
Jean no
habló.
-Ella no se
dio cuenta de mi presencia-siguió contando-estaba llamando compulsivamente por
su teléfono, creí que estaría intentando hablar con Úrsula, pero cuando por fin
pudo comunicarse, le oí decir “Me alegro mucho de saber que estás a salvo, tío”
Jean
entornó los ojos y no era por el agua circulando en su jabonoso cuerpo.
-Te juro,
que me había olvidado de él-admitió la Wholferd con cansancio, pero dejando
evidencia de rechazo en su tono.
-es típico
de ti-le recordó Nicola con pragmatismo-el hecho, es que Félix está vivo, solo
para que lo sepas.
-Me tiene
sin cuidado-le hizo saber ella, tomando un poco de crema de peinar para
untársela, pero sin cerrar la regadera, en un intento de conservar privacidad.
-Yo no soy
su fan, pero siento que a veces, eres demasiado dura con él-comentó, con un
atisbo de tristeza en su voz.
Los ojos de
Jean se perdieron en el suelo, contemplando el agua correr y con las manos aun
en su cabello. Su mente viajó atrás en el tiempo, recordando el principal
motivo de su rechazo a Félix Wholferd. La piel se le erizó y tragó fuertemente.
No puedo terminar de entenderlo-confesó Adon, frustrado-yo conozco tus sentimientos, pero… esto no
lo acabo de asimilar.
Porque
tú no piensas como yo, así de fácil-respondió mentalmente ella.
-¿Jean?-llamó
Nicola ante el silencio repentino.
-Nos
traicionó-dijo por fin ella-y eso acabó con nuestra familia.
La mujer
supo que Nicola entendió a lo que se refería. No hablaba de los Wholferd en
general, Jean hacía referencia a su hogar,
a sus parientes directos, que conformaban el entorno donde vivió.
-no lo
puedo defender, pero era un hombre infeliz, que no pudo probar nunca su valía,
eso me hace sentir más lástima que odio hacia él-dijo el Wholferd.
-Nicola,
los Wholferd no teníamos culpa de que fuera un fracasado. No se esperaba mucho
de Félix y aun así, no estuvo a la altura. Es natural que nuestro abuelo
estuviera decepcionado.
-¿Es por
él, verdad?
Jean dejó
que su silencio hablara por ella mientras usaba sus dedos para desenredarse el
pelo. Pasó un minuto de quietud, hasta que ella optó por explicarse:
-quiero a
Félix lejos de mi vida por varios motivos, pero el mayor de todos es ese.
-Sabes que
el abuelo, a pesar de todo amaba a Félix, bastardo, mestizo e imperfecto….
¿Quiénes somos nosotros entonces para decirle indigno, Jean?
-Los que
sobrevivimos, Nicola, eso somos-espetó ella cerrando fuertemente los ojos y
frunciendo el ceño-y nuestro abuelo no, está muerto, por culpa de Félix. Solo
tengo algo más que alegar y no quiero continuar hablando de esto…
Nicola no
interrumpió a la chica.
-por los errores
que cometió, ni siquiera Jean-Russ le habría perdonado y deberías
saberlo-agregó la cazadora-nuestro abuelo era ante todo un Wholferd, él no
hubiera odiado a Félix ni siquiera por matarlo, dado que se sentía responsable
por haber fallado como padre y dado un hijo tan insuficiente… pero no le habría perdonado arremeter contra el resto
de la familia, no le habría perdonado nunca
la sangre Wholferd derramada por su puro descontento.
Jean-Russ
era una de las personas que Jean había amado más en su vida, su abuelo era más
atento con ella, incluso que su padre. Se pasaba las tardes cuidando el jardín
trasero de la casa solariega y no era raro que sacase a sus nietos de
Rodffrider, a alguno de los residenciales rurales para pasar un agradable fin
de semana en sus campos verdes durante la primavera, jugando a la pelota o
montando a caballo. Sin embargo, todo acabó fugazmente, Jean recordó que sentir
las manos manchadas con la sangre de Jean-Russ, fue su primera memoria
turbulenta y una forma de mal augurio, que antecedió al fin de Wholferd.
-Espero-interrumpió
Nicola sus pensamientos-que al menos esa demonia con la que simpatizó nuestro
tío, haya estado muy buena, porque si
no, nada tiene lógica.
Lo único
ilógico para Jean, era que los Drovlight hubieran dejado vivir a Félix…
-Es
rudimentario pero funcional-dijo Ruslan en protonórdico.
Jean asomó
la cabeza en una habitación con la puerta entreabierta, al otro lado del
umbral, había sombras de varias personas. La chica decidió dejarse llevar por
la curiosidad, tenía un poco de tiempo libre antes de partir, de todos
modos.
Ella entró.
En el
recinto estaban Ruslan, Katiuska y Yuri, rodeados de cacharros que Jean no
conseguía comprender. Muchos artilugios se regaban por el piso, con alguna que
otra mancha de aceite. Ruslan reposaba en una mesa amplia, contra la pared
opuesta, flanqueado por sus amigos. Katiuska estaba sentada sobre dicha mesa y
Yuri se inclinaba sobre esta sin tocarla, buscando ver lo que Ruslan hacía,
bajo un cegador foco de luz blanca.
-¿Wholferd,
necesitas algo?-habló Ruslan dándose un poco la vuelta en su silla móvil.
-en
realidad no, vine a falta de algo mejor en que gastar tiempo, parecía
interesante lo que hacen-dijo ella en protonórdico igualmente. A continuación
vio a Yuri observarla, mejor dicho observar una de sus manos.
-lo
era-admitió Ruslan haciendo como Yuri, al mirar lo que ella traía en la
mano-pero esa cerveza se ve más interesante, dame un trago.
Jean
frunciendo un poco el ceño le siguió la corriente y le extendió la bebida. La
había conseguido poco después de salir y pretendía volver a reunirse con Nicola
en el exterior, hasta que se desvió. Ruslan aceptó el vaso y le dio un
refrescante sorbo.
-¡Odín! Es
obra de su perfección, ¿verdad Yuri?
El
mencionado asintió enérgicamente. De pronto Katiuska le arrebató la cerveza a
Ruslan y la extendió de regreso a la pelirroja, quien algo confundida la tomó
de vuelta. Ruslan le dedicó una mirada acusatoria a la mujer Drovlight, en
tanto ella mantuvo su expresión reprobatoria.
-compórtate,
ella no es nosotros-regañó.
Ruslan
resopló. Yuri se rió entre dientes.
Jean
observó con curiosidad imperante al silencioso Drovlight, el cual, al verse
señalado por los ojos de la cazadora Wholferd, se encogió de hombros en su
dirección, a modo de pregunta.
-¿No quiero
ser grosera, pero, por qué no hablas?-quiso saber ella.
Los
Drovlight enmudecieron y se miraron entre si, como buscando un consenso. Jean
se preguntaba insistentemente si dijo algo malo. Hasta que el propio Yuri
mirándola finalmente, se tocó la garganta y se forzó a decir atropelladamente
una corta frase:
-No… puedo…-articuló, contorsionando su
cara, demostrando que para él hablar era doloroso.
Jean alzó
las cejas con ademan interesado.
-un día
hace años, Yuri luchó contra un demonio venenoso-contó Katiuska con desagrado-
y tuvo la brillante idea de morderlo.
-morderl….
¿espera? ¿Va enserio?-dijo Jean abriendo mucho los ojos, totalmente pasmada -cuan
idiota hay que ser…
Antes de
terminar la oración Ruslan y Katiuska dispararon sus miradas hacia Yuri, como si
lo acusaran de homicidio. El Drovlight mudo bajó la mirada enteramente avergonzado,
incluso se había sonrojado pronunciadamente. Jean, para variar, deseó poder
tomar de regreso esas palabras que antes de darse cuenta, habían escapado de su
boca.
-no hay que
ser idiota… solo hay que ser Yuri-amonestó
Ruslan sonriendo con crueldad a su congénere-alguien a quien no se le ocurrió
pensar que el veneno demoniaco podría freírle las cuerdas bocales.
Ruslan se
dio la vuelta para volver a trabajar en lo que sea que estuviera haciendo.
Katiuska se rió sin reparo del negro humor de su amigo.
-desde
entonces es mudo-explicó la mujer a la pelirroja-puede usar el lenguaje de
señas, pero generalmente se conforma con su lenguaje corporal para darse a
entender.
Jean asintió.
Avanzó un poco para mirar el trabajo de Ruslan, mientras ella todavía
disfrutaba de su bebida alcohólica.
-¿has
encontrado algo interesante en las armas FAID?-interrogó.
Sobre la
mesa había un montón de rifles desarmados, y básicamente, cortados en pedazos.
Ruslan no tuvo piedad para diseccionar las armas incautadas.
-son
funcionales, pero están al menos dos siglos y medio detrás de nosotros-comentó
observando el cañón del arma-aunque no se les puede culpar, ellos no
desarrollarán una tecnología que no pueden usar, como es el captor de energía demoniaca, que nos
permite usar nuestro propio poder para recargar las armas directamente, sin
cartuchos.
-porque los
mestizos no producen su propia energía demoniaca-señaló Jean bebiendo un trago
de cerveza espumosa-en realidad les hace tanto daño como la radiación.
Ruslan
asintió enérgicamente.
-el otro
problema… es el material-tomó una bala de alto calibre, había sido cortada a la
mitad para observar su interior rojizo-ellos usan acero y otros metales
terrenales, los Drovlight, usamos Cuarzo
fatuo, un metal de la zona demoniaca, para fabricar nuestras armas y
armaduras.
Jean se
apoyó en la silla de Ruslan, quien estaba muy absorto en su trabajo y
disfrutaba, sin duda, de cada momento que pasaba dando explicaciones a otras
personas sobre sus descubrimientos.
-yo no hago
armas, las uso-dijo la Wholferd con un encogimiento de hombros-¿qué diferencia
hace el metal demoniaco sobre el terrenal?
-el Cuarzo
fatuo es más fuerte que el acero y conduce mejor la energía demoniaca, es como
la electricidad con el cobre. No
necesito decir que es superior cumpliendo todas las funciones que le exigimos,
relacionado a la lucha contra los demonios. Resistente, duradero, conductivo y
maleable.
Jean pensó
en los demonios siendo fulminados antes de siquiera tocar a los cazadores. Las
armas terrenales, no FAID, podían matar demonios también, pero eran mucho menos
efectivas, porque no penalizaban la regeneración de los demonios ni atravesaban
las corazas más sólidas. Las balas de cazadores eran energía pura, ardiendo a
miles de grados, compararse a tal cosa requería estar en una liga muy superior.
-incluso
huele mejor-comentó Katiuska con desdén hacia el arma FAID.
-¿lo
hace?-dijo Jean extrañada, mirando la bala que Ruslan tenía en mano.
El asintió.
-Esta cosa
FAID… huele a… metal calcinado, y algo que no puedo describir-explicó
estudiando la bala con intensidad-nada natural de este mundo huele así.
¿Era casa
de Medici, o era casa de un amigo suyo? ¿Si poseía ese lugar bajo el nombre de
otras personas, contaba como suyo? Jean se permitió divagar un momento, a la
vez que contemplaba la pequeña pero lujosa casa cercada. El cielo era
extrañamente azul, pese al humo que le opacaba cada tanto, las llamas de la
noche anterior no podían olvidarse tan arbitrariamente.
No
encontraron resistencia en el viaje, los FAID debían estar agotados, entre los
demonios de la sociedad y los de la secta, tuvo que ser una matanza
interminable para las supuestas fuerzas del orden. Jean, acompañada de su primo
y un grupo de Drovlight, entraron a la propiedad. Desde afuera no lucia tan
devastada, pero en el jardín exterior todo parecía arrasado por un huracán de
fuego: la vegetación aplastada, manchada de sangre y un poco chamuscada…
cadáveres de los guardias formaban pequeñas montañas en las esquinas, para que
no estorbasen.
Varios
demonios aun vigilaban. Ataviados todavía en la ropa típica de los miembros de
la guardia: una túnica larga, generalmente negra, con el símbolo de la Sociedad
demoniaca en su espalda, la línea curva con espinas que se enroscaba en sí
misma, algo parecido a un oroboro, la serpiente que se auto devoraba. Jean
había visto pocas veces dicho emblema, solo estaba presente en lugares que
quisieran dejar claro su vinculo con tal organización.
Era verdad
que los pseudodemonios ponían todo en orden, pero sin la sociedad demoniaca, la
convivencia que imperaba en el presente sería imposible, dado que eran ellos
los encargados de vigilar y proteger a quienes realmente, solo querían vivir en
el mundo terrenal. También se hacían cargo de algunos demonios problemáticos,
fuera con sus propias manos o llamando a los cazadores, así como resolver
disputas internas entre seres demoniacos y mantener la discreción frente a la
población humana.
Otrora los
pseudodemonios y los demonios eran enemigos mortales, incapaces de imaginar la
coexistencia, pero con el tiempo, se llegó a acuerdos. Eso solo pudo ocurrir
cuando los demonios tomaron la decisión de organizarse y no dejar que sus
coetáneos hicieran lo que les diera la gana. Dichos acuerdos eran un secreto
bien guardado, de los cazadores, para el resto de la humanidad…
-mira, es
la mujer que nos llamaba inútiles-la recibió una voz conocida mientras entraban
al vestíbulo de la casa.
Jean
entornó los ojos y se fijó en una de las figuras que estaban estacionadas a los
lados de la entrada.
Bakom.
-Como si se
hubiera equivocado cuando lo dijo-la defendió Nicola, deteniéndose junto con la
mujer pelirroja para encarar al demonio. Hasta los Drovlight pararon para
mirar.
Bakom se
quitó la capucha dejando a todos ver su sudoroso cabello rubio. Resopló y cruzó
los brazos sobre su pecho.
-Eso es
pasado, tampoco me puedes pedir tanto-se defendió poniendo en blanco sus azules
ojos-asumí el mando en un mal momento.
-Debo
felicitarte-admitió Jean otorgándole una mordaz sonrisa un tanto presumida,
pese a que el alago era genuino. La expresión de su cara era perfectamente
visible para Bakom y sus acompañantes, ya que Jean no traía casco o mascara a pesar
de estar ataviada en su armadura Drovlight-ya no eres un inútil, te luciste
bastante aquí.
Bakom soltó
una carcajada.
-No podía
ser de otro modo… no vengarse era imposible-habló con rencor, pero a la vez se
sentía el jubilo en su voz. Notando la mirada intrigada que le dedicaban
aclaró: Estos bastardos fueron responsables de la muerte de mi antecesor… todos
ya lo sabíamos, pero ayer Melisa lo confirmó.
-¿Melisa…?-inquirió
Nicola, interrogante.
-¿No has
oído de ella? Según lo que sabemos, es una favorita de la Matriarca.
Los
Drovlight estaban perdidos en la conversación, lejos de reconocer los nombres,
de hecho no tenían idea que Jean conociera al Kyubi.
Jean hizo
un mohín.
-No la
conozco exactamente-dijo y compartió un miramiento con Nicola-pero Angélica si,
en alguna conversación la nombró-agregó y se volvió a Bakom-Melisa Verselius,
una Mainyu, creo.
Bakom
aceptó efusivamente con la cabeza.
-Esa misma,
por algún motivo se unió a la facción de la secta-informó el Kyubi-anoche
cuando nos encontramos, demostró tener una lengua muy larga y no se controlaba
al usarla.
Un
Drovlight no pudo contener la risa. Otros le siguieron, Nicola casi se une a
ellos, solo mirando la impoluta cara de Jean, quien no mostraba señal de humor,
pudo contenerse.
Bakom le
dirigió una mirada reprobatoria a los rubios.
-¿si, bueno…
y que hay en este lugar?-preguntó la pelirroja Wholferd.
-Nada por
aquí arriba, es en el sótano que la gente está buscando, es donde tenían las
cosas interesantes-expresó el demonio-Aleskandra está ahí.
Adon rió.
Lo siento, es que siempre tienes que hacer y
decir precisamente lo que no te gusta…-dijo él en la mente de su ama.
-Llévanos
con ella-dijo con mal sabor en la boca, y profiriendo mentalmente una injuria a
su adjunto.
El grupo de
personas, guiados por Bakom y un escaso sequito de demonios encapuchados, bajó
por unas escaleras discretas, que habían estado escondidas en una habitación,
cuya puerta fue cerrada herméticamente. Los pseudodemonios la destrozaron para
pasar, con tal salvajismo que parecía cosa más propia de demonios inferiores
que de cazadores, la puerta estaba arrancada y colocada contra la pared opuesta
al marco donde otrora se encontraba.
Si Taius no
hubiera estado todavía en Daggry Poxirr, Jean estaría convencida que aquella
salvajada fue cosa suya.
Abajo ya
todo estaba encendido, no había rastro de oscuridad alguna. Inmediatamente los
recién llegados vieron a los Drovlight hurgando en todas partes. Era una
pequeña instalación, pero muy abarrotada. Había múltiples libreras y
escritorios, mesas de trabajo y diseño, así como alguna que otra máquina.
Aleskandra,
quien miraba un plano sobre una mesa, se volvió al grupo entrante y enseguida
dejó su investigación. La mujer estaba en un traje Drovlight, pero no era
común, parecía bastante personalizado, con mas blindaje de lo normal y dicho
blindaje tenia formas decorativas talladas. Otras armaduras también tenían
relieves, especialmente letras del alfabeto rúnico, pero la de Aleskandra era
especialmente prodigiosa en su decoración, además que sus hombreras destacaban
por tener una forma que Jean juraría, se asemejaba a las cabezas de los osos.
-¡Al fin!-declaró
ella en protonórdico dando una palmada para asegurarse de tener toda la
atención-no hay tiempo que perder, empiecen a buscar con los demás, por los
ancestros que la paz no durará para siempre.
Jean feliz
de no tener que entablar dialogo con la rubia, siguió la orden sin pensarlo.
Revisaron todo material a la vista. La Wholferd se enfocaba en los libros, la
mayoría eran tomos y tomos de teoría sobre el funcionamiento de la energía de
los demonios, recopilaciones de todo el conocimiento que los humanos reunieron
con el tiempo y alguna que otra historia falaz. Jean y los demás estaban
sorprendidos de que aquellos simples mortales, ni siquiera cazadores mestizos
comunes, tuvieran toda esa información. Era verdad que fuera de los Drovlight,
Wholferd y demás sociedades de cazadores, las personas tenían cierto
conocimiento de los demonios, pero tal nivel era inesperado, poco común a
quienes no se dedicaban al control de plagas demoniacas.
Jean reunió
libros en pila sobre una mesa, su altura era considerable. Ella podía decir que
era buen material de lectura, aunque ella misma estaba bien ilustrada sobre
esos asuntos, no obstante, no era información de esa naturaleza lo que buscaba.
Estaban ahí para investigar algo útil sobre los planes que la Matriarca y/o sus
esbirros tenían.
Lo más
destacado de la habitación era una maquina extraña, de aproximadamente el
tamaño de dos refrigeradores juntos; que estaba en una esquina de la
habitación. Los cazadores trataban de descifrar que hacía. Jean no había
prestado demasiada atención hasta que junto con unos gemidos colectivos de los
pseudodemonios… una abrumadora energía demoniaca llenara el ambiente.
Era tal que
el vello corporal de la pelirroja se engrinchó.
No solo
ella se dio vuelta para ver lo que ocurría, todos sin excepción reaccionaron
igual.
-¡Te dije
que era sospechoso!-uno de los rubios dijo en protonórdico.
-no me
digas…-habló otro con sarcasmo.
-¿Que carajos
es eso?-intervino Aleskandra abriéndose paso, el pequeño grupo de cazadores que
estaban rodeando la maquina le dieron un lugar. Nicola estaba entre ellos.
Jean se
aproximó también, pero no ingresó con la misma facilidad que la mujer
Drovlight, los hombres no se fijaron en la Wholferd y ella los tuvo que empujar
impetuosamente, ignorando cualquier civilidad. Se quejaron un poco pero se
apartaron, y Nicola recibiéndole, la rodeó con un brazo apartando a los demás
guerreros, para que su prima tuviera algún espacio personal medianamente suficiente,
incluso si era un espacio personal compartido por ambos Wholferd.
-Abrimos
esto, hackear el puto sistema fue una hazaña-explicó uno de los hombres
señalando lo que parecía una crio cámara, como del tamaño de un microondas-tan
pronto lo hicimos la energía escapó al ambiente.
Dentro de
la maquina había un paquete de pequeños cilindros llenos de liquido, un liquido
naranja brillante. Jean no necesitaba confirmación a cerca de lo que eso era,
podía sentirlo, era tan obvio como saber que en un incendio el calor procedía
del fuego.
-¿Esto… es energía
demoniaca liquida?-inquirió sin aliento un cazador dentro del cumulo de
personas.
-por lo que veo,
si. La matriarca debió darse muchos buenos tragos con esto, como para ser capaz
de invocar tantos familiares, incluso con sus aliados demonios-comentó
Aleskandra mirando con el ceño fruncido a la máquina.
-Deberíamos quemar
de una vez este sitio-sugirió una chica que recién aparecía entre el grupo-no
hay nada útil, antes de escapar o de morir, quienes estaban aquí hicieron
pedazos la evidencia.
Hizo un gesto hacia
fuera del grupo.
Jean no fue a verlo
personalmente, pero oyó poco después de llegar, a los Drovlight quejarse que
había un montón de papeles destrozados sin piedad arrojados al inodoro del baño
más cercano.
-Es cierto, lo
único entero es ese plano de un edificio que ni conocemos-señaló otro cazador-
aunque lo identificáramos, puede ser algo sin relación, o puede ser una trampa.
Jean observó los
frascos llenos de energía demoniaca liquida, sin apartar la vista de ellos
dijo:
-Si a nadie le
importa, tomaré estos-ella agarró en sus manos la bandeja donde los
contenedores estaban ordenados-puedo darle uso.
Todos la miraron,
pero nadie hizo nada para detenerla.
Nicola, quien
estaba callado y pensativo observando la maquina, la tocó con una mano y
frunció el ceño.
-¿qué haces?-quiso
saber la líder rubia con curiosidad.
-Todos nos estamos
preguntando porque y como tiene Medici esta energía liquida aquí ¿no?-la
atención de los presentes fue como una afirmación-intentaré ver si esta cosa se
conecta con algo, no hay nada más que revisar, esto o bien es una máquina para
conservar la energía demoniaca en esos contenedores…
-O bien sirve para
transmitirla o envasarla, quizás todo lo anterior-completó Jean aun sosteniendo
la bandeja.
El pelirrojo asintió. Aleskandra le instó con
un gesto para que procediera.
-Alary,
hagámoslo-dijo él, entonces sus ojos se volvieron negros como la noche y de su
mano una sombra negra se extendió por la maquina que tocaba, hasta cubrirla
totalmente.
Enseguida la sombra
traspasó el objeto y desapareció en su interior. Nicola tenía su ahora oscura
mirada perdida. La habilidad que la Banshee, Alary le proporcionaba, era la de
crear un fantasma capaz de viajar fuera del cuerpo de Nicola. Sin embargo, no
era invisible así que no era útil para espiar y por otra parte, tampoco podía
durar mucho tiempo dado que agotaba a Nicola.
Al cabo de unos
minutos en los que el chico Wholferd sudaba copiosamente por el esfuerzo…. Su
rostro cambió y pareció sorprendido por algo, el brazo alrededor de Jean se
apretó. A continuación Nicola trasmutó su expresión otra vez, ahora denotando
horror.
De un jadeo soltó
la maquina y su mirada volvió a la normalidad, ante los pseudodemonios
expectantes.
-¿Estás
bien?-masculló Jean preocupada.
Nicola tragó saliva,
con la mano en el pecho.
-¿Que viste?-pidió
Aleskandra cruzando los brazos, con ademan autoritario.
-El Fear.
Sobrevino el
silencio.
-Se mas
especifico-pidió otro rubio Drovlight pasados largos segundos.
-La energía viene
transmitida del Fear, no hay error-afirmó el vikingo Wholferd con la boca
doblándosele en una expresión torcida.
-Eso explicaría
porque se siente esa extraña energía alrededor del complejo-dijo alguien con
voz científica.
Aleskandra frunció
mucho el ceño, mostrándose perturbada. La mente de Jean trabajaba a velocidad
supersónica…
El Fear, energía
demoniaca.
El Fear.
El Fear.
Se repetía en su
cabeza como el ruido de una alarma.
-¿Dime, no pudieron
recuperar información de esto?-preguntó Aleskandra manteniendo la compostura, a
quien hizo el Hackeo.
-Use un programa
para abrir la combinación, pero antes de eso trate de entrar a la base de
datos-explicó con frustración-pude hacerlo, pero estaba vacía, borraron todo
antes de irse o de que Bakom irrumpiera.
Ante la mala
noticia un Drovlight muy enojado le dio una patada a la maquina, creándole una
abolladura. Jean suspiró dejando caer los hombros, otro día sin suerte…
Aleskandra rechinó
los dientes.
-Recojan todo lo
que determinamos como útil y cualquier tontería que puedan y se quieran
llevar-dijo ella en tono de orden-hay que movernos rápido, si lo que me temo
que está pasando, de verdad está pasando, habrá mucho trabajo por hacer.
-Incluso si la
Matriarca es derrotada…-musitó Nicola sin aliento.
Jean solo pudo
pensar en Nolen cuando Aleskandra se dio la vuelta y se marchó. En caso de que
esto fuera una confirmación, el futuro era incierto con o sin Anastasia…
Los rubios se
empezaron a dispersar aceleradamente, recogiendo todo lo que podían. Jean se
quedó inerte por un momento, algo dentro de ella quemaba, una llama de enojo e
indignación. Apretó con especial fuerza la bandeja que mantenía en manos. Si la
energía provenía del Fear… donde los demonios capturados de la región eran enviados,
y de ahí se transmitía energía demoniaca…
Eso no es una cárcel cualquiera, es una central que
consume a sus prisioneros demonios para producir energía-dijo Adon con aversión.
Si la Matriarca era
derrotada y todo volvía a la normalidad, el descubrimiento de tal escándalo
respecto al Fear, podía traer consecuencias inimaginables de todas formas. El Fear era algo relativamente nuevo, se creó
supuestamente para suprimir a los
demonios capturados que no fueron eliminados por los cazadores, quienes nunca
estuvieron contentos con eso… pero lo toleraban, nadie sabía en realidad lo que
pasaba ahí, durante años se teorizó que la energía de la zona era porque había
una grieta en el espacio dentro de aquel lugar y los demonios eran devueltos
por ella a su plano original; la zona demoniaca….
Algunos demonios
demandaron durante años a los cazadores y a la Guardia Cadena que se tenía que
hacer algo, que era sospechoso, pero nadie los escuchó. En años anteriores el tráfico de seres
demoniacos fue un tema preocupante, hubo muchos grupos que comerciaban con
ellos, por increíble que pareciera, tanto como los demonios hacían daño a los
humanos, los humanos encontraron maneras de hacer daño a los demonios. Pero se
creía que el asunto estaba zanjado luego de que “La mano del terror” la última
organización de tráfico demoniaco conocida en la región, fue destruida… Un
motín salido de control, asistido por la Guardia Cadena acabó con el negocio.
El Fear sin
embargo, fue ignorado, dado que nunca fue tan extravagante como La mano del terror y semejantes.
Lo que Jean sabia,
era que una actividad así no podía ser ignorada actualmente, en especial si se
asociaba con gente como Anastasia y la secta. Se sabría eventualmente y los
demonios demandarían su destrucción… en el peor caso, venganza. Era deber de
los cazadores apoyarlos en aquel asunto, las condiciones de la paz entre ambas
sociedades paralelas… era, desde luego, que cada uno controlara a su parte, los
cazadores cazaban demonios, si… pero no podían consentir barbarie contra los
miembros civilizados que formaban parte de la sociedad demoniaca. Así mismo los
demonios gestionarían que sus semejantes hicieran el menor daño posible a los
humanos y lidiaría con los problemáticos de la forma que fuera necesaria.
Había violencia a lo
lejos, Jean lo sabía.
-¿para qué quieres eso?-Nicola dijo,
interrumpiendo sus pensamientos, mientras se movían tras los Drovlight para
salir del edificio.
-yo nada, pero más tarde podría serme
útil-explicó mientras estudiaba aquel liquido brillante como metal fundido.
-¿Es para Nolen?
Jean asintió.
-Anastasia es muy fuerte, si Nolen llega a
luchar con ella, como L’Enfer necesita ponerse a la altura y esto puede darle
un empujón.
Jean al pensar en el joven semidemonio, recordó
la conversación que tuvieron cuando recién comenzaban a asociarse. Su madre… si
realmente estaba en el Fear, la chica Wholferd no quería estar en sus zapatos,
tal miseria escapaba al entendimiento de Jean. Sobre todo porque aquella mujer,
siendo pariente demoniaca de Nolen, era obviamente L’Enfer, demonios conocidos
por ser emisores de energía casi inagotables, mientras se los alimentara bien.
La Wholferd sabía que un L’Enfer podía vivir
sin absorber energía ajena, mientras comieran, aunque no alcanzaría de ese modo
todo su potencial. Pero a la vez, podían pasar mucho tiempo sin ingerir comida,
mientras permanecieran en estado latente, como hibernación, sin actividades
extenuantes. Anastasia por lo que Jean sabia, apenas comió durante todos los
años en que estuvo cautiva, y ahí estaba, viva…
La misma pesadilla tocaría a su madre dentro
del Fear, su tormento podría extenderse por una pequeña eternidad, si los
captores sabían cómo proceder.
Le dio nauseas solo pensarlo.
La humanidad a veces era demasiado eficiente dando
dar asco.
Cuando pasaron el umbral, llegando al jardín
devastado, el tintineo de un celular
llamó la atención de la mujer y su primo. Ella sacó un teléfono pequeño color
platinado de uno de los bolsillos que poseía su armadura. El pequeño gadget era
un regalo de los Drovlight, temerosos que si cada uno usaba sus propios
teléfonos, podrían ser espiados por la secta, algo paranoico pero comprensible,
con el historial de amigos influyentes
que tenia Anastasia. La única razón por la que todavía había señal de
televisión, internet y telefonía móvil en la zona, era que Le Nour estaba
“protegiendo” los edificios de comunicaciones, así que describir como “poco
fiable” el uso de cualquier compañía telefónica o de internet que tuviera sede
local, era demasiado suave.
Jean revisó el mensaje recién llegado:
Está todo listo,
espero tu regreso-Angélica.
Algunos tiroteos ligeros más tarde, los
pseudodemonios regresaron a Daggry Poxirr ilesos. Los FAID en el paso se
apartaron prudentemente de su camino luego de algunos disparos de advertencia y
no hubo demonios de la secta bloqueando
la ruta. Una vez todos los vehículos entraron en fila los cazadores se
congregaron en las afueras de los barracones, la mayoría para estirarse y
disfrutar de su momento libre, dado que no fue necesario enfrentamiento alguno
y no había heridos que atender o necesidad de dormir tras actividades
extenuantes.
Por otro lado, algunos de los pseudodemonios
rubios optaron por bajar el equipaje embargado a Medici, se les notaba con
ansias de desplumar todo conocimiento que pudieran extraer de cualquier libro,
mapa o panfleto.
Jean y Nicola bajaron del vehículo que los
había transportado y posaron sus miradas enseguida en lo más destacable de la
zona: Aleskandra hablando con un par de Drovlight, entre ellos Taius, quien
estaba fresco como la mañana. Jean entornó los ojos mientras un extraño
pensamiento le pasó por la cabeza, donde Taius se nutria con el dolor que
provocaba a sus prisioneros, ella no sabía que Nicola tenía el mismo peculiar
tren de pensamiento.
-Eso suena como algo que no debimos pasar por
alto-admitió Taius con repugnancia, dirigiéndose a Aleskandra-hay que
arreglarlo pronto, si el mundo no arde hasta la destrucción, este problema con
el Fear nos explotará en la cara tarde o temprano.
-Debemos ir a decirle a Sovr, ¿no lo has hecho
verdad?-dijo un Drovlight que Jean no conocía, era casi tan joven como Trixi.
-No-avisó Aleskandra contemplando el brillo de
su casco contra el sol-no se siente como algo que se hable por teléfono a menos
que no pueda ir yo misma a decírselo en persona.
-Iré a informar a los técnicos… Ruslan va a
estar escandalizado con esto-alegó una mujer Drovlight tocándose nerviosamente
la cara-ha estado intentando convencerse que era paranoia y eso de que humanos
ordinarios estén usando energía demoniaca, era una idea producto de su falta de
sueño.
-Eso quisiéramos, voy a hablar con
padre-anunció Aleskandra y se marchó camino al interior del barracón.
Los demás se la quedaron mirando mientras se
alejaba.
Pronto todos se marcharon a atender sus
propios asuntos quedando solo Taius y otro Drovlight hablando entre sí. Jean y
Nicola habían estado oyendo la conversación silenciosamente desde una distancia
segura, no queriendo involucrarse, pero cuando Aleskandra partió, todo perdió
importancia.
Nicola
estudió a su prima por el rabillo de su ojo, encontrándola con las facciones
especialmente tensas. Ella tenía el cabello atado en una cola alta así que el
pelirrojo Wholferd fácilmente notaba el sudor acumularse en las sienes de su
prima.
-¿algo va mal? ¿Algo… mas?-quiso saber el chico.
-Tengo que hablar con Nolen, pronto-dijo ella
con amargura-hay una nueva verdad incomoda que debe conocer.
-Finalmente los veo-escucharon decir a una voz
masculina.
Ambos Wholferd se dieron vuelta y vieron a
Digger, quien les sonreía amistosamente. Los dos pelirrojos tardaron un
instante en notar a Trixi parada a un lado del hombre Drovlight, extrañamente
silenciosa y evitando mirar a sus congéneres.
-Fue relativamente rápida la inspección, si
quieres los detalles pregúntale a Taius o a cualquier otra persona-habló Jean
velozmente pasando la mirada de su hermana al Drovlight-no voy a gastar saliva
dando explicaciones que cualquier aquí puede dar, Digger Drovlight.
Digger alzó una ceja y Trixi endureció los
hombros, recibiendo mal las palabras hoscas de su hermana hacia su rubio
compañero. El Drovlight buscó iluminación en Nicola; quien hizo un gesto
desentendido, dejándole por su cuenta también.
En lugar de prestar atención a Digger, Nicola
se centró en Trixi.
-¿Por qué esa cara? ¿No viste a… tu
novia?-deseó saber, pronunciando casi dolorosamente la última palabra.
Nicola no tenía problemas con que fuera mujer,
pero no podía evitar incomodarse con el hecho de que Trixi estuviera en una
relación con un súcubo. No había hablado mucho sobre el asunto, pero no le
hacía falta, Jean entendía perfectamente cómo se sentía… fue un sentimiento
compartido.
Jean juraría que vio a Trixi temblar
ligeramente dentro de su armadura. Algo iba mal, incluso el incomodo ademan que
adoptó Digger le delataba sin reparo.
-ahm… no como esperaba-masculló ella encarando
a sus congéneres. Evitando conceder detalles.
Jean le dirigió una mirada dura.
-¿Algo que deba saber?
Trixi resistió el impulso de encogerse frente
a la mirada penetrante de su hermana. La menor Wholferd sacudió la cabeza.
-nada indispensable.
Nadie se tragó eso. Pero Jean tenía otros
asuntos que atender.
-Bien… ahora mismo, yo voy a volver a
casa-anunció Jean llamando la atención de todos alrededor-hay unas cosas que
debo arreglar, solo por si ocurre lo peor…
Trixi asintió ahora más compuesta, demostrando
tácitamente que acompañaría a Jean. El
primo de ambas intervino:
-Cuenta con….
Nicola fue interrumpido entonces.
-Contigo no-soltó Taius llegando de la nada,
casi logrando un salto de Nicola, quien se encontró de un momento a otro,
incómodamente cerca del rubio-te necesito aquí.
-¿disculpa?-espetó venenosamente Jean, con
mala cara.
-Mis nuevos
amigos, confesaron esta mañana el sitio donde se esconde esa rata,
Scioli-explicó el rubio poniendo las manos en su cadera y mirando con
suficiencia a los dos Wholferd bajo sus platinados ojos-está casi fuera del
estado, pero según la esposa del cobarde, el pobre idiota ni siquiera es
consciente de que la mujer sabia más de lo que aparentaba.
-Eso se escucha bien… pero ¿Por qué tengo que
ir yo?-expresó Nicola estupefacto,
señalándose a sí mismo.
-Porque necesitaré a los mejores cazadores que
pueda llevar conmigo.
-Taius, ya tienes a docenas a tu
servicio-contradijo Digger.
-Tonterías,
hay pocos hombres de confianza como esté-aseguró el rubio dándole un
fuerte manotón al hombro del chico Wholferd-No hay necesidad de que vayas a
Rodffrider con estas dos, difícilmente las cosas pendientes que Jean dice
tener, serán tan complicadas para necesitarte obligatoriamente ahí.
Nicola no pudo objetar.
-Solo por curiosidad-habló Trixi por primera
vez en un rato-¿cómo están los prisioneros?
Taius movió su mano como si espantara un
mosquito, en un gesto de banalidad.
-Solo un par de bajas-dijo para horror de la
joven Wholferd-pero nada de qué preocuparse.
Es Taius –dijo Nanib dentro de Trixi-¡No
podía responder de otro modo!
Jean dándose cuenta de que el pseudodemonio
rubio no soltaría a Nicola, le dio una palmada a este en un pectoral, así
atrayendo su atención.
-Diviértete con Scioli, nosotras nos
adelantaremos-le hizo saber suavemente-volveremos a vernos pronto, cuando mucho
estaré fuera un par de días.
Nicola puso cara de animal enjaulado mientras
Jean se dio vuelta y comenzó a alejarse. Trixi se apresuró rápidamente para
alcanzar a la cazadora mayor.
-la camioneta no está…
-No nos iremos ahí-interrumpió Jean-conseguí
un auto robado camino aquí, será más seguro.
Jean tomó posesión de un carro abandonado no
muy lejos de Daggry Poxirr, tuvo la suerte de no ser destrozado por los
demonios y de que su nueva usuaria supiera como encenderlo sin llave. El viaje
fue acelerado, Jean no quería detenerse a menos que fuera estrictamente
necesario, no confiaba en su nuevo auto para soportar ataques y la idea de
quedar varada a medio camino de su casa no era gustosa.
Cuando arribaron por la entrada clandestina
del criadero, aparcaron el vehículo y subieron las escaleras hasta la casa.
Jean sentía que por fin podía respirar con tranquilidad, no había nada como el
hogar…. Mientras tanto Trixi se adelantaba, dejando a Jean atrás, la menor
Wholferd estaba sedienta y añoraba tomar un buen vaso de limonada.
Entonces, escuchó un sonido sospechoso.
Pasos.
Trixi se erizó hasta la nuca, respondiendo por
instinto sacó su arma. Percibió entonces una ligera energía demoniaca en el
entorno y no eran esos frascos que Jean mantuvo guardados en su auto.
Había alguien en la casa.
No queriendo alertar al intruso, se quedó
callada y avanzó cautelosamente, contra la pared más cercana. El invitado no
deseado estaba tras la pared, así que cuando llegó al arco que daría paso a la
sala, al unísono con Nanib contó hasta tres y entonces…
Ingresó de un salto.
-¡Alto! ¡Contra el suelo!-gritó.
-¿¡Pero qué mierda!?-gritó una voz conocida y muy
confundida.
Angélica, quien había estado sentada en el sofá
frente a una apagada tv, se levantó de golpe y encaró alarmada a Trixi.
-¡¿Angélica?!-chilló Trixi bajando su arma,
completamente pasmada ante la vista de su amiga rubia.
-¡Nooo! ¡Soy
el fantasma de tu madre!-exclamó la Kirin sarcásticamente con gestos
dramáticos-¡Claro que soy yo! ¿Cuántas otras semidemonias rubias que luzcan así
conoces?
Trixi no pudo darle respuesta, así que le
formuló su propia pregunta luego de unos segundos:
-¿Qué haces aquí? ¿Cómo siquiera entraste?
-Yo le di una llave-respondió la calmada voz
de Jean, que tranquilamente entraba al recinto con naturalidad.
-Si la esperabas aquí debiste haberme
avisado…-dijo Trixi guardando su arma y soltando un suspiro.
Jean se encogió de hombros.
-Lo olvidé, no creí que pudieras reaccionar
así-admitió con una media sonrisa- buenos movimientos.
Trixi se sonrojó un poco ante los halagos.
-así es, pero ahora lo que importa es que
llegaron-dijo Angélica finalmente calmada otra vez y dirigiéndose a Jean-ya
tengo todo lo que me pediste… solo tengo algo que decir… ¡¿por qué coño compraste tanta comida instantánea?! ¡Todas
esas malditas cajas pesaban mucho y casi no te gustaban de todos modos!
Jean
puso ojos en blanco.
-Cuando afuera el mundo esté en llamas y no
haya nada que comer, me lo agradecerás-respondió con pragmatismo y los brazos
cruzados-y no te quejes, eres una yegua. Por
los demonios mayores.
-¡Soy una Kirin!
-Da lo mismo, sirven para cargar.
Trixi miró a Jean con suspicacia.
-Digger dice que jurar por los demonios es de
mal gusto-dijo, pero no sonaba como una
reprimenda.
La Wholferd mayor viró los ojos.
-Aquí no hay Drovlight, es mi casa y juro por
quien quiera-se jactó sin pudor poniendo los nudillos sobre sus caderas, en una
pose inflada-es más ¡Adon!
Con un destelló el Adjunto apareció
materializado junto a su ama, estirando los miembros despreocupadamente.
Angélica rápidamente avanzó hasta el adjunto y se dieron un abrazo apretado,
mostrando que se extrañaban mutuamente luego de no verse hacía un tiempo.
-Se
siente bien ser libre, estaba entumecido-celebró él separándose de la rubia.
-Estoy segura de ello-dijo Jean mirando a su
adjunto-Ahora. Tu, Angélica y yo tenemos trabajo que hacer, esas cajas de
comida no se moverán solas, así que en marcha.
Para Ion Armstrong la noche fue un perjuicio
como ninguno que hubiera enfrentado antes. Escapar vivo de las fieras que
asechaban en los rincones oscuros fue difícil, pero no tenía muchas opciones,
sentía que tratar de pasar cerca de las masas de gente protegidas por los FAID
era un riesgo que le costaría fácilmente la vida. Sin su precioso para llegar, el viaje fue largo y complejo, pero no quería
ser demasiado obvio en su necesidad de escapar, temía que los FAID sospecharan
si él decidía tomar su auto y esfumarse justo
cuando ellos iban a hacer una inspección.
Bestias de
la secta lo persiguieron un par de veces, pero fueron una preocupación menor…
el mayor problema eran los demonios errantes que aprovechando la falta de
orden, violaban toda norma y atacaban a placer, cobijados por el caos.
Para el
chico semidemonio, la vida no fue tan violenta como la mayoría de sus
semejantes, no estuvo bajo constante amenaza, así que no estaba muy preparado
ni acostumbrado a lidiar con agresores dispuestos a matarlo. Sin embargo esa
noche lo tuvo que hacer, casi siempre huía, pero en dos ocasiones no tuvo
opción más que pelear por sobrevivir o perecer en ello. Sin estar herido
mortalmente, consiguió triunfar, pero los daños fueron notorios y su ropa no
tenia arreglo, esa hermosa camisa que portaba, que una vez fue blanca, quedó
desecha; a tal punto que Ion optó por quitársela y continuar su camino con el
pecho descubierto, expuesto al frio de la noche.
Sintió un
hueco en el estomago, pensando en lo acostumbrados que los Goldman estaban a
esas situaciones. Algunos humanos seguramente pensarían que tener poderes
demoniacos era genial, porque eso los elevaría por sobre los terrenales y les
libraría considerablemente de su vulnerabilidad… pero, aunque fuera cierto,
también les sumergía en un mundo mortal, donde morir no era raro, el riesgo de muerte violenta existía con mucha más
frecuencia.
Como en una
ciudad donde todos tuvieran armas, todos podían luchar, pero la posibilidad de violencia
y asesinato era definitivamente mayor.
Con discreción, Ion avanzó hasta el barrio que
habitaban los Goldman, casi todas las casas y negocios estaban cerradas
herméticamente. Bajó del techo por donde circulaba, estando aun a cuadras de su
objetivo, para no llamar la atención; caminó el tramo que faltaba. Sintió que
lo miraban, de seguro preguntándose qué pasó a su ropa, el origen de esos
manchones de sangre que lo teñían y la horrorosa herida que tenía en un brazo.
El hombre,
cansado, vio que el amanecer se aproximaba, tragó saliva aun nervioso por la
situación y con pasos agotados llegó a la entrada privada del edificio, en el
callejón, listo para tocar, pero la puerta se abrió antes de que tuviera la
oportunidad de ejecutar la acción.
Jessica
estaba al otro lado.
Sus ojos
eran grandes y preocupados, dirigiéndose de inmediato al fustigado cuerpo de
Ion.
-Por
Lucifer, Que…-casi dijo, más fue silenciada por los brazos de Ion, que se
cerraron en torno a su novia, con ímpetu.
-Al fin en
casa-vocalizó el semidemonio con cansancio, antes de pasar a un estado casi de
inconsciencia, donde apenas supo lo que pasaba alrededor.
El resto
fue un borrón, solo sabía que la fémina lo llevo dentro, le tendió en el
colchón que generalmente ocupaba cuando se quedaba en la casa de los Goldman y
le quitó lo que quedaba de su destrozada indumentaria, dejándolo solo en
bóxer. Ion se sentía débil, no por el
cansancio, sino porque uno de los monstruos de los que fue víctima, lo mordió
dolorosamente en un brazo, liberando veneno en su sistema, eso ralentizó su
recuperación y le provocó fiebre.
Las gemelas eran afortunadas, en
circunstancias parecidas, solo tendrían que intercambiar sangre, la chica
saludable le daría de beber a su hermana, así pronto desaparecería la
intoxicación… Pero Ion no podía, esa ventaja de la sangre Canis infernus para
purgar las toxinas, solo servía con parientes cercanos, para todos los demás
Canis, dicha sangre seria toxica y acida.
Ion fue
vagamente consciente de que Nolen, Jennifer y Titus se fijaron en su estancia,
pero apenas sabía lo que ocurría, no registró sus conversaciones, lo único
claro era que Jessica lo tenía recostado en su regazo y trataba de limpiar
amorosamente la sangre en su cuerpo con un paño húmedo. Miró su brazo herido,
estaba vendado, era lo único que podían hacer por él.
Pero
significaba mucho para el joven.
Un
sentimiento cálido se instalaba en su pecho, aunque estaba tan fuera de sí,
como si estuviera drogado por el cansancio y el dolor, una sonrisa complacida
no se borraba de su cara, olvidando el frio aterrador de la noche.
Horas
pasaron y el sol salió.
Ion estaba
despierto y más consciente, pero mantuvo los ojos cerrados. Jessica lo tenía en
brazos, boca abajo, con la cabeza enterrada bajo el mentón de la hibrida,
dándole el privilegio de aspirar su aroma y sentir los pechos suaves de su
novia contra el propio.
-Eviten
hablar con los vecinos -dijo Nolen, no muy lejos-pero que no sea demasiado
obvio que quieren mantener la distancia.
- Nolen,
sabes que no se nos da bien ese tipo de cosas…-replicó Jennifer con nerviosismo,
esforzándose en ser racional-podemos actuar como gente normal, casi siempre,
pero nos pides… ¿que nos aislemos pero que no lo hagamos a la vez? Es muy
complicado para que mi cuerpo y mente lo entiendan.
Ion oyó el
ronroneo de Titus cerca de él.
-Es como si
nos dices que actuemos naturalmente innaturalmente-explicó Jessica acariciando
el pelo de su novio-Ya nos es difícil actuar fuera de nuestra conducta
habitual, aun peor ahora, que quieres que hagamos dos cosas que se contradicen.
Ellas mantenían una clara distancia con casi
cualquier persona, especialmente terrenal, a menos que se tratara de negocios,
como atender la tienda… pero más que un rechazo directo, las gemelas mostraban
casi ningún interés en hablar con cualquiera que viviera en los alrededores.
Puede que de vez en cuando tuvieran una agradable conversación con algún
cliente frecuente, pero esa era una excepción. Eran gente reservada.
-Mejor lo
digo así-repitió Nolen después de un silencio-No hablen a menos que les hablen,
creo que eso es mas como son siempre… pero eviten moverse a lugares donde sea
fácil abordarlas, lo mejor es evitar preguntas indiscretas.
Ambas
suspiraron.
-Como tu
digas-aceptó Jane con resignación- Nos quedaremos aquí y trataremos de no ser
vistas, pero aun así siento que esto es inútil, como que todo se irá a la
mierda igualmente.
-Por como
lo dices, haces parecer que la mejor opción es solo salir nosotras mismas y
masacrar a los vecinos, para luego culpar a Anastasia-comentó Jessie con un
encogimiento de hombros.
-Suena
tentador-le apremió su homóloga-aunque no muy seguro con esos FAID ahí afuera,
pero solo es una idea…
-Les
reprendería moralmente, si tuviera alguna moral para hacerlo-masculló Nolen con
pesar-pero luego de lo que hice… no creo ser capaz.
-Era solo
un ladrón, Nolen-le recordó Jessica con pragmatismo-que recuerde las leyes nos
permiten fulminar a cualquier intruso que entre en propiedad privada, de todos
modos.
-No te
sientas mal por eso-consoló Jennifer a su hermano.
Nolen no
dijo palabra por casi un minuto. Pero su silencio fue interrumpido cuando el
semidemonio L’Enfer se desahogó con un bufido resignado.
-sí, el
ladrón no importa tanto, lo que no me deja dormir es lo que tendré que hacer
pronto a partir de ahora-informó cansadamente-tendré que ser un L’Enfer, uno de verdad.
Ion no
entendía a lo que se refería, pero por el silencio y la tensión que se
respiraba en el ambiente, Titus y las gemelas debían saber muy bien a lo que el
mayor de los Goldman se refería… y no parecía ser ameno.
-Nunca
podrías mancharte más las manos que nosotras, aunque lo intentaras-le aseguró
Jessie seriamente-si eso te hace sentir mejor, tú no tienes el alma de un
asesino.
-Tú nos has
amado pese a lo que somos-dijo la otra gemela con firmeza, pero había un atisbo
de dolor en su tono-nosotras te amaremos, pese a lo que te conviertas.
Ion podía oír
la respiración ligeramente desigual de Nolen, incluso donde estaba. El
Armstrong no entendía del todo, pero el tema afectaba profundamente a su cuñado,
quien pocas veces era superado por situación alguna.
-Gracias-dijo
Nolen en voz baja.
Nolen se
marchó poco después, a hacer “Cosas de L’Enfer” explicó. Ion cerca del mediodía
comenzaba a sentirse mejor, no perfecto, pero pudo sentarse en el colchón por
sí mismo, llamando la atención de las gemelas. Jessica yació con las piernas
cruzadas junto al lecho donde su novio dormía y Jennifer a la espalda de la
mencionada, recostada en el sofá de la habitación. Ambas, al verlo alzarse se
alertaron, Jessica se puso a gatas en dirección al semidemonio para comprobar
su estado y Jennifer, que estuvo todo el rato reposando en el mueble, se irguió
al momento para contemplar a la pareja.
Todo estaba
más penumbroso de lo normal, los ojos de las gemelas llameaba en un rojo
infernal, sin embargo, no les hizo parecer intimidantes, no con esas
expresiones de preocupación gravadas en sus finos rasgos.
-¿Cómo te
sientes?-preguntó Jessie tocándole la mejilla a Ion, con afecto.
-Me arde un
poco bajo la piel, pero ya no estoy tan cansado y no me duele como antes-informó
viendo que su cuerpo carecía casi por completo de los cortes, raspones y
moretones que lo aquejaron en la madrugada-excepto mi brazo, me siento bastante
mejor.
Jessica
suspiró aliviada volviendo a sentarse con las piernas cruzadas, pero ahora mucho
más cerca de Ion. Para el hombre, el solo hecho de tenerla tan cerca y poder
disfrutar de su olor, le hacía sentirse en casa.
-nos diste
un gran susto esta mañana, Teddy-se quejó Jane poniéndose cómoda en su
lugar-ese repentino olor en el aire, a sangre de hibrido Canis Infernus, tu sangre, por poco nos hace saltar de
las camas y dar contra el techo.
Las jodidas
corrientes de aire en la casa de los Goldman, no dejaban a nadie acercarse a la
estúpida puerta, sin ser detectados… Ion lo sabía por experiencia. El olfato de
ellos era bueno, pero los olores normalmente no eran tan rápidos, a no ser que
fuera como en aquella casa, donde ellos dejaban todas las ventanillas abiertas
a propósito, como una especie de alarma. Ion se preguntaba cómo diablos
bloquearon todo el lugar sin tapar sus “detectores”.
-¿Qué infiernos pasó, Ion?-exigió saber
Jessica, con tono autoritario.
Ion se
desinfló bajo los ojos de ellas, quienes captaron enseguida su desanimo.
-Tuve… que
escaparme inesperadamente-confesó con amargura sin sostener las miradas de las
gemelas-los FAID querían usar sus nuevos detectores
con mi familia... para confirmar que no hubieran demonios infiltrados.
De reojo
vio como las mujeres perdían el aliento y se tornaron pálidas, lo que no es
fácil con su tono de piel.
-¿Tan de
pronto fue? ¿Tanto que ni siquiera pudiste sacar al precioso?-inquirió Jennifer pasmada.
Ion asintió
y luego chasqueó la lengua con un ademan miserable.
-de todas
formas, no creo que a alguien en esa casa le importe mi desaparición…
-¿Qué pasa
con tu padre?-preguntó Jessie rápidamente y con el ceño fruncido-temo que
pierda todo el cabello de la desesperación, cuando no pueda hallarte.
-Lo
superará, no es como si fuera la última vez que me verá-afirmó el hombre
demonio con indiferencia-tendré que volver cuando me reponga… a recoger mis
cosas.
Las chicas
quedaron en silencio. Ion sabía que ellas no esperaban la simplicidad con la
que él estaba dando su anuncio. Se suponía que esta decisión debería ser más
meditada, mas discutida….
-¿enserio los
dejarás?-rompió la quietud Jane.
-Es
definitivo-reiteró-no puedo quedarme,
corro el riesgo de ser descubierto… y tengo miedo de que mi madrastra me
traicione.
Por su
forma de referirse a aquella mujer, no era un secreto para nadie que Ion estaba
resentido profundamente. Una mano amable le sostuvo la cabeza y lo instó a
levantarla, sacándolo de sus reflexiones, Ion obedeció encontrándose el rostro
de su novia, en esos verdes ojos de largas pestañas; había decisión, pero
también podía sentir… amor. La vida en los ojos de Jessica, fue una de las
muchas características que lo atrapó, esa capacidad de decir todo sin
pronunciar palabra, solo con una mirada, todo era claro cual día despejado.
Ella
siempre fue capaz de decirle Te amo,
sin siquiera abrir la boca, de esa forma.
Solo
dedicándole ese gesto, fue lo bastante fuerte, para que Ion se sonrojara y
apenas pudiera mantener su mirada.
-Entonces
nunca se te olvide, que siempre tendrás un lugar entre nosotros-dijo ella
sonriéndole de medio lado-eres parte de nuestra familia, ¿no, Jane?
La novia de
Ion miró de reojo a su gemela.
-Por
supuesto, te ganaste tu lugar aquí-ella estuvo de acuerdo con una sonrisa amplia
y hermosa, muy de su estilo-siempre fuiste uno de los nuestros.
El chico no
pudo sino sonreír genuinamente, sentirse aceptado era una sensación
maravillosa.
-Gracias,
ojala me dijeran esas cosas en casa… por lo general, mi madrastra y hermano no
me hablan…
-si tanto te complican la vida, solo
comételos-Dijo Jessica con naturalidad sentándose en sus rodillas, con ambas
manos sobre el colchón-Así todo estará resuelto. Los muertos no discuten, no
traicionan, ni preguntan.
Jennifer ahogó una carcajada, mientras Ion no
supo cómo reaccionar ante la lógica de su novia.
-puede
gustarte o no, Teddy, pero ni siquiera tu puedes decir que eso no es
cierto-dijo esta, casi como retando a su cuñado para que discutiera, con su más
desarrollada moral humana, ante las
insinuaciones deshumanas de Jessie.
Ion soltó
un largo suspiro.
-No gastaré
saliva-anunció y sacudiéndose la nube negra que era su familia, pensó en otros
tópicos importantes-les oí discutir con Nolen sobre algo relacionado a los
L’Enfer, ¿De qué se trata?-agregó mirando con seriedad y mayor compostura a
Jessica.
Ambas
perdieron todo rastro de jovialidad, el lenguaje de las semidemonias era
cohibido, parecían angustiadas por algo y frustradas por su incapacidad de
actuar al respecto.
-Nolen se
obsesiona demasiado con nuestra seguridad-comenzó Jessica cabizbaja-desde la
última vez que habló con Wholferd no ha dormido prácticamente nada.
Ion mantuvo
sus ojos fijos en ellas, sin interrumpirlas.
-Los
L’Enfer son demonios que absorben la energía de otros seres para hacerse más
poderosos, no es indispensable para que continúen existiendo, pero si para
poder llegar a su verdadero potencial-expresó Jennifer sombríamente bajando sus
ojos verdes, mirando el suelo- Desde que Nolen fue consciente de cuan poderosa
es Anastasia, decidió tomar medidas para no ser superado…
La
realización abofeteo a Ion, era un hombre lo bastante inteligente, para sumar dos más dos y ver a donde iba todo.
-Oh… no…
-Así
es-intervino Jessica con desgano, apretando la delgada sabana del colchón bajo
sus manos-debe comer, debe matar a otros por su energía, para
convertirse en un autentico L’Enfer hibrido.
Nolen, matando por poder… La sola idea era
explosiva en la cabeza de Ion, le cayó como una granada. Incluso si hacía pocos
años que conocía al semidemonio, parecía una broma alucinada, ideada por mentes
alteradas con estupefacientes. Para la normalidad
de la sociedad demoniaca y a pesar de la historia que rodeaba a Nolen, Ion
lo veía como uno de los demonios más… humanos
que conocía. ¿Como… como…?
-Él no
puede…-iba a argumentar.
-Él puede,
lo hizo-anunció Jennifer, contundente-anoche un ladrón entró, Nolen lo asesinó.
-oh… uhm.
-Nolen dijo
que se mancharía las manos, si con eso garantizaba nuestra seguridad-Jessica
habló y se mordió el labio-pero es preocupante, él nunca ha sido así, el Nolen
que conocemos no mata sin provocación y sabemos que hacerlo lo altera, peor
aún, ahora que nadie lo obliga.
-Se está
obligando a sí mismo-argumentó Ion.
Jennifer
asintió.
-Pero no es
porque lo amenacen, es por nosotras-dijo
con un atisbo muy marcado de culpa-todavía, es un fin egoísta, aunque tenga
derecho por ley de supervivencia.
-Sus principios
morales están en conflicto-señaló la otra Goldman fijándose en Titus, quien
apareció repentinamente en la sala, caminando hacia Jane-no quiere hacer daño a
inocentes, pero debe hacerlo por protegernos a nosotras y Wholferd. Yo quisiera
que no lo hiciera, pero es imposible, ya tomó su decisión.
-No me
gusta, pero es por ustedes… así que…-iba a decir el hombre demonio.
-Si nuestra
seguridad es pagada por la cordura de Nolen, preferimos correr el
riesgo-interrumpió su novia con firmeza viéndole con fiereza, tanta que Ion se
sintió intimidado-Lo que hace puede destruirlo por dentro: salió a matar
personas aleatorias, maldita sea,
tendrá sus motivos, pero conociéndolo podría remorderle la consciencia el resto
de su vida, es decir, serán docenas de personas las que deberá matar, no una o
dos… porque matar demonios es peligroso, podría atraer a Anastasia si comienza
a perseguir a sus familiares.
Hubo
silencio, mientras todos pensaban en la realidad que enfrentaban. Titus saltó
al sofá de Jennifer y ella lo recibió en brazos con efusividad, mientras el
demonio felino ronroneaba, haciendo caso omiso al ambiente tenso y a la
situación alarmante.
-Así que…
él…-Ion no sabía muy bien que decir.
Jessica
entornó los ojos, parecía que algo le lastimaba por dentro.
-Esto puede
hacer mucho daño a su psiquis, pocos saben más sobre esos traumas que
nosotras-empezó ella con voz lastimosa, su tono hizo que Ion sintiera un vacio
en el estomago y dolor en el pecho-podría cambiar a nuestro hermano para
siempre, prometimos que lo querríamos no importa en que se convirtiera; pero no queremos que cambie, lo amamos por
cómo es ahora, tememos que se vuelva algo irreconocible, como pasó con su
hermana.
-Y si Nolen
cambia-murmuró Jennifer abrazando a Titus contra su pecho, llamando la atención
de los otros dos semidemonios, aunque ella no los miraba al hablar- no sé qué
será de nosotras.
Roberth
Scioli estaba aterrorizado, escapó de los Drovlight una vez, yendo más allá del
cerco a otra propiedad suya, pero estos lo siguieron. No entendía como esos
rubios sin cerebro eran tan rápidos y fieros. Esta vez estaba guarecido en una
gran hacienda, protegida por muchos hombres armados y traía consigo familiares
de la secta para emergencias, regalos de la Matriarca.
Pero fue
insuficiente. Los Drovlight llegaron a sus puertas y las derribaron sin
compasión, acto seguido comenzó la carnicería, esta vez los cazadores rodearon
todo el perímetro, previniendo cualquier posibilidad de escape. Scioli estaba
solo en el ático, aterrorizado frente a su escritorio, sentado en un caro
sillón, no tenia donde ocultarse, esperaba que en cualquier segundo los
Drovlight derribaran la puerta de su oficina, para ponerle sus violentas manos
encima.
Pensando en
su esposa e hijo solo pudo imaginar lo peor en mano de aquellas bestias rubias.
Ahora le tocaba a él. Los gritos, disparos y rugidos saturaban todo el
ambiente, alimentando los nervios del hombre, que temblando se puso las manos
en los oídos, como si eso le hiciera escapar de su inminente destino.
-jum, tu
incompetencia me asombra-dijo una femenil voz conocida.
Scioli
soltó un grito y se echó atrás en su silla con ruedas. Vio una silueta que
antes no estaba ahí… en la esquina de su oficina, un encapuchado.
La
Matriarca.
-Ma…
Matriarca…
La
mencionada avanzó a largos pasos hasta estar frente a su escritorio.
-Me has
sido muy útil, pero veo que eres incapaz de asegurar tu integridad, a pesar de
todo lo que te he dado-dijo ella, sin dejar saber con claridad a Scioli, sus
verdaderos sentimientos, su voz era una combinación ambigua entre burla y fastidio.
-¡Son
demasiado fuertes! ¡Matan a tus demonios como si fueran ratas, no hay manera de
que los pueda detener!-se defendió el humano, parándose de su silla para
enfrentar a la semidemonia.
-Rata
pareces tú, corriendo así-dijo ella-vine a poner fin a este asunto, si no lo
hago ya, en el improbable caso de que escapes con vida de aquí, acabaras
corriendo por todo el país huyendo de los Drovlight hasta que por fin te
atrapen.
El cuerpo
del hombre temblaba contra su voluntad, aquella mujer demonio le asustaba tamañamente,
incluso si no podía verle la cara por la capucha. Solo en aquellos momentos, se
dio cuenta de que definitivamente fue una espantosa idea aceptar convertirse en
su socio. Deseó haber tenido oportunidad de volver atrás en el tiempo y
reconsiderar.
Pero no
había segundos chances en la vida.
-Que…
La
Matriarca sacó algo de su túnica, un papel y lo posicionó en la mesa frente a
Scioli.
-Firma esto
y prometo que vivirás, tienes mi palabra-declaró la líder de la secta.
El
documento expuesto lucia muy oficial, para sorpresa del hombre.
-Que
significa…
Una
explosión interrumpió su pregunta, el sudor se empezó a acumular más aun en su
cuerpo, sabiendo que los Drovlight estaban por alcanzarlo.
-No hay
tiempo para leerlo-le hizo saber ella con un encogimiento de hombros-pero para
resumir, todo lo que posees pasará a pertenecerme, ya que no tienes herederos
por defecto, tu hijo y tu esposa ya no están…
El pánico
revistió la cara de Scioli.
-No, ¿estás
de broma?
-¿parezco
de quienes bromean con los negocios?-preguntó ella poniendo las palmas en la
mesa y viendo fijamente a Scioli, a través de su capucha, notándose amenazante.
Scioli oyó entonces la voz de un Drovlight
gritando algo en ese idioma extraño que solo ellos entendían. Al oír aquello,
Scioli reaccionó, movido por su instinto de supervivencia rápidamente tomó una
pluma y firmó el contrato expuesto por la Matriarca. Nada mas apartar la pluma,
ella le arrebató el documento.
Scioli no
la podía ver, pero sabía que la semidemonia sonreía ampliamente.
-Fue un gran
placer hacer negocios contigo, Scioli-Le dijo alegremente-Ahora vivirás.
A
continuación, una mano cubierta por un pañuelo húmedo le cubrió la boca y la
nariz sorpresivamente. Scioli soltó un grito que fue ahogado por la tela, luchó
para soltarse, pero fuertes brazos lo apresaron mientras el empresario vio como
sus fuerzas le abandonaban y el mundo se hizo más difuso, hasta que perdió la
consciencia.
Lo único
que oía era la risa de la Matriarca en el fondo y los sonidos de Drovlight
acercándose.
Todo se
tornó negro.